Durante la Transición Española, con la Ley de Reforma Política se establece en España un sistema electoral inspirado en los principios democráticos y de representación proporcional. Y es que el sistema electoral es el mecanismo por el cual se hace efectivo el proceso de representación en los regímenes democráticos.
El sistema electoral español se basa a grandes rasgos en 52 circunscripciones que se corresponden con las 50 provincias españolas además de Ceuta y Melilla. Cada circunscripción tiene una asignación de escaños según su población y una barrera electoral del 3%; por otro lado, el reparto de escaños se realiza a través del sistema d'Hondt. Pero... ¿Y si durante la Transición se hubiese adoptado el sistema electoral de Estados Unidos?
El sistema electoral de Estados Unidos es totalmente distinto al español. En esta simulación usaremos el sistema de elección presidencial, donde los 50 Estados que conforman Estados Unidos son las circunscripciones y otorgan el 100% de sus compromisarios (en esta simulación, diputados españoles) a la lista más votada en cada circunscripción. Cada Estado, por otro lado, tiene una asignación de compromisarios en proporción a su población, al igual que ocurre en España con las provincias.
Aclaración: Esto es una simulación, es probable que de haber un sistema electoral distinto, los votantes quizás hubieran cambiado su voto o quizás no. Pero como esto no se puede saber...
Elecciones Generales de 1979.
Tras el referéndum para la ratificación de la Constitución Española del 6 de diciembre de 1978, el proceso constituyente había finalizado. Así, al presidente Adolfo Suárez se le abrían dos caminos legales, según la disposición transitoria octava de la recién promulgada Constitución Española sobre la legitimidad de las Cortes Constituyentes (elegidas tras las elecciones de 1977) y el gobierno provisional, para poner en marcha la nueva etapa democrática que comenzaba:
Por un lado, Suárez podía disolver las Cortes Constituyentes y convocar elecciones de las que emanase el primer gobierno democrático; por otro lado, el gobierno centrista podría ceder el poder legislativo a las Cortes Constituyentes, que asumirían el papel de Parlamento, mientras que el gobierno provisional asumiría las funciones de un Gobierno democrático, una vez ratificase su legitimidad por mayoría simple en las Cortes. Finalmente, ante la complejidad de construir toda la estructura del Estado Autonómico, Suárez decidió convocar elecciones para marzo de 1979 donde poder obtener la confianza de las Cortes.
Las elecciones generales de 1979 fueron celebradas para elegir la composición de la I Legislatura de la etapa democrática española. Estas se desarrollaron en un clima de alta abstención, que rozaría el 32% del electorado y terminarían dando de nuevo la victoria a la Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez, que crecía levemente. También crecían discretamente el Partido Socialista Obrero Español de Felipe González y el Partido Comunista de España de Santiago Carrillo; por el contrario, la Coalición Democrática de Fraga pegaba un buen bajón respecto a las elecciones de 1977.
Sin embargo, con esos mismos resultados, si en España hubiese habido un sistema electoral como el estadounidense, en el que el ganador de cada circunscripción se lleva el total de escaños en liza, los resultados hubieran sido muy distintos:
Aunque la Unión de Centro Democrático creciese en votos, la formación de Adolfo Suárez habría perdido la mayoría absoluta y 41 escaños respecto a los comicios de 1977 para quedarse finalmente con 174 diputados (a dos de la mayoría absoluta). Esta bajada de escaños se habría debido a la pérdida de Madrid (32), Murcia (8) y Tarragona (5) donde la UCD es superada por el PSOE. Por el contrario, la formación habría ganado los cuatro escaños de Lérida.
El Partido Socialista Obrero Español habría sido el único partido que crecería en estas elecciones respecto a las anteriores de 1977 al ganarle a Convergencia i Unió los cinco diputados de Gerona y los 45 que habría arrebatado a la Unión de Centro Democrático en Madrid, Murcia y Tarragona. Con todo, la formación liderada por Felipe González se quedaría en la segunda posición con 159 diputados, 50 más que en los anteriores comicios.
El Partido Nacionalista Vasco se habría mantenido con sus 17 diputados al mantener Guipúzcoa y Vizcaya, mientras que Convergencia i Unió, la coalición sucesora del Pacte Democràtic per Catalunya de Jordi Pujol habría perdido su representación en las Cortes, tras ganar el PSOE en Gerona y la UCD en Lérida. Tampoco habrían obtenido representación el Partido Comunista de España ni la Coalición Democrática.
Si comparamos los resultados de cada partido entre el sistema electoral estadounidense y el español, podemos ver cuánto sube o baja cada partido en la siguiente tabla:
El sistema electoral estadounidense vuelve a beneficiar a los dos grandes partidos nacionales: la UCD, que saca 6 escaños más que los que obtuvo realmente en aquellas elecciones y el PSOE, que tendría 38 más. También beneficia a aquellos que tienen un gran arraigo territorial como el Partido Nacionalista Vasco en Guipúzcoa y Vizcaya. El sistema electoral estadounidense perjudicaría enormemente a los partidos menores como el PCE, CD o incluso la coalición franquista de Unión Nacional liderada por Blas Piñar que realmente obtuvo un escaño en las elecciones de 1979 en España.
A pesar de que el sistema electoral estadounidense favorece a priori un bipartidismo fuerte, y por tanto, la constitución de gobiernos estables, los resultados en las elecciones de 1979 arrojarían una gran dependencia del PNV, que tendría la llave del gobierno. La UCD se habría quedado a 2 escaños de alcanzar la mayoría absoluta, por lo que habría dependido de una abstención de los nacionalistas vascos para formar el gobierno. Por otro lado, también hubiera sido posible una alternativa al gobierno de Suárez si el PSOE y el PNV hubiesen pactado, ya que ambos partidos sumarían mayoría absoluta.
La I Legislatura fue una legislatura bastante agitada que se vio marcada por la moción de censura de Felipe González a Adolfo Suárez (que con los resultados de esta simulación podría haber salido hacia adelante), la dimisión del presidente del gobierno en 1981, el intento de golpe de Estado del 23F y la constitución del débil gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo, que desembocaría en el hundimiento de la Unión de Centro Democrático y una supermayoría absoluta de Felipe González en 1982.
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