Durante la Transición Española, con la Ley de Reforma Política se establece en España un sistema electoral inspirado en los principios democráticos y de representación proporcional. Y es que el sistema electoral es el mecanismo por el cual se hace efectivo el proceso de representación en los regímenes democráticos.
El sistema electoral español se basa a grandes rasgos en 52 circunscripciones que se corresponden con las 50 provincias españolas además de Ceuta y Melilla. Cada circunscripción tiene una asignación de escaños según su población y una barrera electoral del 3%; por otro lado, el reparto de escaños se realiza a través del sistema d'Hondt. Pero... ¿Y si durante la Transición se hubiese adoptado el sistema electoral de Estados Unidos?
El sistema electoral de Estados Unidos es totalmente distinto al español. En esta simulación usaremos el sistema de elección presidencial, donde los 50 Estados que conforman Estados Unidos son las circunscripciones y otorgan el 100% de sus compromisarios (en esta simulación, diputados españoles) a la lista más votada en cada circunscripción. Cada Estado, por otro lado, tiene una asignación de compromisarios en proporción a su población, al igual que ocurre en España con las provincias.
Aclaración: Esto es una simulación, es probable que de haber un sistema electoral distinto, los votantes quizás hubieran cambiado su voto o quizás no. Pero como esto no se puede saber...
Elecciones Generales de 1989.
Las elecciones Generales celebradas en octubre 1989 fueron convocadas de manera anticipada por el presidente del gobierno, Felipe González, debido a los desacuerdos del gobierno con los principales sindicatos del país, (Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras) que habían convocado en diciembre de 1988 la mayor huelga general de la historia democrática española. En esta convocatoria electoral, la participación bajó un 0'75%, situándose en el 69'74% del electorado.
En 1989, el Partido Socialista pierde la mayoría absoluta que había obtenido en 1982 y mantenido en 1986, quedándose con 175 escaños. No obstante, la ausencia permanente de los 4 diputados de Herri Batasuna durante toda la legislatura, posibilitaron que el partido de Felipe González mantuviera la mayoría absoluta en la práctica. En la oposición, Alianza Popular se había refundado en el Partido Popular, y un joven José María Aznar relevaba a Manuel Fraga en el liderazgo de la derecha; no obstante, los resultados seguían ofreciendo un estancamiento de la formación conservadora. Por otro lado, Izquierda Unida subía notablemente y recuperaba grupo parlamentario con el liderazgo del ex alcalde de Córdoba, Julio Anguita; mientras que el Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez bajaba levemente.
Sin embargo, con esos mismos resultados, si en España hubiese habido un sistema electoral como el estadounidense, en el que el ganador de cada circunscripción se lleva el total de escaños en liza, los resultados hubieran sido muy distintos:
El Partido Socialista habría mantenido sin problemas la mayoría absoluta con 226 escaños, aunque se dejaría 59 escaños respecto a 1986 al perder las Islas Baleares, Madrid, Navarra, Palencia, La Rioja, Salamanca y Valladolid.
Por otro lado, el Partido Popular, lejos de estancarse, experimentaría un crecimiento de 62 escaños respecto a 1986. La formación liderada por José María Aznar casi triplicaría su representación al situarse en los 98 escaños al recuperar Ávila (3) y ganar Islas Baleares (6), Madrid (33), Navarra (5), Palencia (3), la Rioja (4), Salamanca (4) y Valladolid (5). Aún así, el PP habría perdido un escaño por Zamora, ya que esta circunscripción se habría quedado únicamente con 3 diputados.
El Centro Democrático y Social de Suárez volvería a ser extraparlamentario tras perder sus tres diputados por Ávila; mientras que el crecimiento de Izquierda Unida con Anguita no habría tenido repercusión alguna.
Al igual que en 1986, el Congreso volvería a tener cinco grupos políticos, aunque esta vez únicamente dos de ellos serían nacionales (PSOE y PP). Convergència i Unió mantenía sus 9 diputados en Cataluña por Gerona y Lérida; sin embargo, en la Comunidad Vasca, Herri Batasuna le arrebata al PNV los 7 escaños por Guipúzcoa, dejando al Partido Nacionalista Vasco únicamente con los 10 diputados por Vizcaya.
Con los mismos votos, el sistema electoral estadounidense habría conformado un Congreso de los Diputados totalmente diferente al que conformó en su momento el sistema electoral español. Aquí podemos observar los partidos más beneficiados y perjudicados con esta simulación:
El sistema electoral volvería a beneficiar al partido mayoritario, en este caso, el PSOE y a los partidos de ámbito vasco. El Partido Socialista vuelve a sacar una gran rentabilidad de escaños, al seguir manteniendo la mayoría de las circunscripciones, incluyendo muchas de las más pobladas como Alicante, Barcelona, Málaga, Sevilla o Valencia; sin embargo, este beneficio es menor que en las anteriores elecciones, ya que ha perdido Madrid. El Partido Nacionalista Vasco duplica su representación al conseguir imponerse en su feudo vizcaíno, mientras que el beneficio de Herri Batasuna es algo menor al conseguir Guipúzcoa, que es menos poblada.
El Partido Popular, aunque sale perjudicado, consigue aproximarse bastante a su resultado con el sistema electoral español al conseguir una gran circunscripción: Madrid, y casi duplicar el número de circunscripciones en las que se impone; por el contrario, CiU se queda con la mitad de escaños al seguir sin ganar ni en Barcelona ni en Tarragona.
Aún así, los principales perjudicados son los partidos nacionales minoritarios como Izquierda Unida y Centro Democrático y Social que al no ganar en ninguna circunscripción quedan relegados a la irrelevancia parlamentaria.
Con estos resultados, aunque el PSOE mantendría una mayoría absoluta muy abultada, perdería los dos tercios de la Cámara Baja de los que había gozado desde 1982, mientras que en la oposición empezaría a asentarse un partido suficientemente estable en el ámbito territorial, ocho años después del descalabro de UCD.
El sistema electoral volvería a beneficiar al partido mayoritario, en este caso, el PSOE y a los partidos de ámbito vasco. El Partido Socialista vuelve a sacar una gran rentabilidad de escaños, al seguir manteniendo la mayoría de las circunscripciones, incluyendo muchas de las más pobladas como Alicante, Barcelona, Málaga, Sevilla o Valencia; sin embargo, este beneficio es menor que en las anteriores elecciones, ya que ha perdido Madrid. El Partido Nacionalista Vasco duplica su representación al conseguir imponerse en su feudo vizcaíno, mientras que el beneficio de Herri Batasuna es algo menor al conseguir Guipúzcoa, que es menos poblada.
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